Proteccion de menores en Internet

Juegos

El videojuego online tiene grandes atractivos respecto al videojuego tradicional, pero también deben ser considerados los aspectos que pueden vulnerar la protección del menor.

Diez factores de riesgo en los videojuegos online:

  • 1) Jugadores identificados y trazables.
    Para jugar online generalmente es necesario registrarse e identificarse en la web. Así se registra toda la actividad y la asocian al perfil o usuario que ha iniciado la sesión. Esta información puede tener muchas lecturas con distintas finalidades. ¿Qué saben de nuestros hijos? ¿Con quién comparten esa información?
  • 2) Publicidad contextual y personalizada.
    Un juego online se puede comportar en cierta manera como la página web de nuestro banco. Ya sabe quiénes somos, nuestras preferencias, expectativas o necesidades. Nos ofrece en cada momento aquello que desea proponernos o lo que espera que estemos buscando. ¿Manejan esa información de manera responsable?
  • 3) Contactos con desconocidos y funciones de comunicación avanzadas.
    El atractivo añadido de poder jugar con otras personas está apoyado por funcionalidades que nos permiten participar en grupo como puede ser el chat con voz o imagen. ¿Somos conscientes de que cualquiera puede estar al otro lado?
  • 4) Relajación de las pautas de control parental y de autoprotección.
    Cuando entramos en un sala de chat pública, tenemos presente que vamos a chatear y asociamos a esta práctica las medidas de protección frente a los consabidos riesgos. Sin embargo, cuando entramos a jugar, el fin lúdico prevalece y en esa actividad aceptamos la disparidad de edades propia de muchos videojuegos. ¿Se justifica realmente esta actitud? ¿Es segura?
  • 5) Amenazas a la privacidad y barreras difusas con las redes sociales.
    En muchos casos, la red social que acompaña al videojuego es realmente potente y, en otros, resulta difícil diferenciar si un videojuego es en realidad una red social y viceversa. ¿No sería adecuado que nos ocupemos de los riesgos a la privacidad como lo hacemos con las redes sociales?
  • 6) Incitación a juegos de apuestas o azar.
    Sin que sea una práctica generalizada, en ocasiones esta otra forma de juego que suponen las apuestas se integra de manera sibilina en los juegos online ya que, de alguna manera, es también juego. ¿Tenemos claro que esto puede suceder con aparente normalidad?
  • 7) Dificultades añadidas a la supervisión parental.
    Aunque la edad media del videojugador supera los veinticinco años, la elevada curva de aprendizaje hace que muchos adultos apenas se hayan asomado a esta práctica. Si además consideramos la basta diversidad y complejidad existente, el entorno se vuelve inexpugnable. ¿Podemos los adultos permitirnos esa falta de supervisión?
  • 8) Existencia de usos que suponen gasto económico.
    La moneda virtual y la posible equivalencia con moneda real hacen que en estos juegos se puedan manejar cantidades nada despreciables de dinero. En ocasiones, el ansia por lograr progresos puede desembocar en grandes desembolsos. ¿Estamos al corriente del gasto real relacionado con los juegos online?
  • 9) Mundo persistente… juego permanente.
    Se trata de entornos virtuales que, en ausencia del jugador, siguen evolucionando. Esto, añadido a su atractivo y a las técnicas de fidelización elaboradas por sus diseñadores, puede provocar cierta necesidad de jugar que degenere en un cuadro de uso abusivo, más probable aún si podemos intervenir desde el teléfono móvil. ¿Prestamos atención al número y a la duración de las sesiones de juego?
  • 10) Dificultad de censo, catalogación y control.
    Por el mero hecho de estar online, su contenido y operativa pueden ser cambiados de manera muy rápida. Ello permite corregir deficiencias e incorporar mejoras con gran inmediatez pero también dificulta el adecuado censo, caracterización y seguimiento. ¿Tenemos suficientes referencias válidas para contrastar nuestras necesidades de información en relación a los videojuegos?

Por todo esto, es importante:

  • Controlar que la edad de su hijo sea acorde a la recomendada por el juego. Existe la clasificación por edades PEGI, que figura en el paquete del juego. Además se puede establecer un filtrado PEGI desde el control parental del sistema operativo; así no se podrá instalar en el ordenador un juego que supere la edad fijada.
  • Saber que no se debe desactivar el firewall durante una partida online, ya que los ciberdelincuentes aprovechan esto para infectar los equipos con facilidad.
  • No confiar en todas las páginas que ofrecen juegos, muchas podrían tener malware.
  • No facilitar nunca información personal propia ni de otros jugadores, utilizar un alias o nombre falso.
  • No reunirse con jugadores que se hayan conocido a través de Internet.
  • Acordar el tiempo que se le va a dedicar al juego en la red.

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